En circunstancias normales, a estas alturas del mes de mayo, estaríamos haciendo cábalas para no repetir outfit e ir apropiadas a cada uno de los numerosos eventos a los que asistiríamos como meras espectadoras, invitadas o llegado el caso, anfitrionas.
En nuestras circunstancias actuales, los eventos y ceremonias a los que en última instancia, decidimos acudir, son muy escasos, por no decir que pueden contarse con menos de la mitad de los dedos de una mano.
En cualquier caso, no me digáis que no queremos ir estupendas y sobre todo... no me digáis que no nos hemos vuelto más prácticas y menos ceremoniosas: queremos prendas versátiles que podamos usar una vez pasada la fecha para la que fue agregada a nuestro armario. Deben ser prendas especiales, elegantes pero que podamos versionar y llevar un día cualquiera si las combinamos de una manera distinta.
Traje de chaqueta. No hay nada más versátil que un "tres piezas". Imaginaos la cantidad de combinaciones para todos los días que podríamos obtener utilizando cada una por separado.
Blazer básica y pantalón tobillero azul claro. Zara.
Falda y blusa. Esta fórmula es un clásico y para mí, el colmo de la elegancia. Si la blusa es algo historiada y acompañas el outfit con un cinturón que marque tu cintura, no te hará falta nada más.
Vestido de un color sólido. Los ojos nos hacen chiribitas con los estampados florales, especialmente en primavera pero un color sólido si es el apropiado a nuestra tez, nuestro pelo y nuestros ojos, puede resultar un espectáculo junto a otros ¿no te parece?
Mi experiencia me dice además que no tiene que ser un vestido maravilloso si quieres volvértelo a poner. Basta con que prestes especial atención a los complementos. ¿No te pide este vestido un collar o pendientes dorados?
